Galería de arte

04/07/2019

Joan Costa nace en Palma en 1961. Tras terminar su formación en cerámica artística en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Palma, obtiene una beca para estudiar en Siena donde confirma su interés por la escultura. Superadas las pruebas de acceso a la Academia de Bellas Artes de Carrara, completará allí durante cuatro años sus estudios hasta obtener la licenciatura en la especialidad de escultura. Realiza también prácticas en la fundición Beani & Cacia de Pietrasanta.
Muy influido en sus inicios por la escultura talayótica, sus primeras obras presentan grandes volúmenes grávidos y enraizados en la tierra, pero irá depurando su estilo para potenciar la ligereza de sus piezas, que son cada vez más orgánicas y etéreas,  ondulantes y ligeras. Esta evolución le lleva incluso a realizar móviles de malla metálica que se mueven con la brisa y proyectan sugerentes sombras, que permiten descubrir su espíritu de dos dimensiones.
Sigue utilizando el mármol con el que descubrió en Carrara su alma de escultor, pero no deja de investigar las posibilidades de la fundición y el uso otros materiales nobles como el bronce, el aluminio, el acero o  la madera. E incluso juega con el pequeño formato creando exquisitas joyas realizadas en metales preciosos.

 
Aunque desde el principio realiza obra gráfica y pintura, en muchos casos simples bocetos de su obra escultórica, a partir del año 2002 empieza a utilizar el color y el cromatismo más puro, obtenido en muchos casos con tintas litográficas, que se traduce en una importante obra abstracta, que complementa su trabajo en tres dimensiones.
 
Utiliza también el lenguaje más complejo de las instalaciones para denunciar la irreversibilidad de destrucción de la naturaleza. Enraizado en el Mediterráneo, que es su fuente de inspiración, descubre las heridas que nuestra caprichosa e irresponsable civilización va dejando como maldita herencia, e intenta con sus escenografías hacernos conscientes de que pronto esa destrucción será irreparable.   
 
A pesar de su complejidad, la obra de Joan Costa tiene la coherencia que solo la sinceridad y la total entrega otorga a unos pocos artistas, que consiguen transmitir, sin ser conscientes de ello, un estilo propio.

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