03/05/2024
Cuenta la leyenda que, durante la travesía del Rey Jaime I y su ejército en diciembre de 1229, con el objetivo de reconquistar Mallorca de manos de los árabes, se desató una tormenta tan grande en el mar que el monarca hizo un juramento a la Virgen: si los salvaba y lograban llegar sanos y salvos a tierra, él le construiría una gran iglesia en su honor.
Y así lo hizo.
De hecho, el nombre oficial de la Catedral de Palma es Basílica de Santa María de Mallorca. La primera piedra se puso el año 1230, y los trabajos finalizaron hacia el 1630, es decir, 400 años después.
La Catedral de Palma es uno de los monumentos del Gótico más visitados de Europa.
Y si son cientos de miles los visitantes que cada año descubren sus tesoros interiores, pocos son los que conocen todavía una experiencia realmente única e inolvidable: pasear por los tejados de la Catedral, y descubrir Palma a vista de pájaro.
La subida hasta el “cielo” de la Catedral no es sencillo, y sin duda poco recomendable para personas claustrofóbicas.
Para llegar a la cima primero hay que subir los 215 escalones en el interior de una torre de 47,80 metros de altura construida en el siglo XV. Una ascensión marcada por una oscuridad total, entre estrechas paredes con tramos por los que apenas cabe una persona.
Pero la aventura, desde luego, merece la pena, ya que solo así se puede conocer la Basílica en todo su esplendor, paseando por sus terrazas con los arbotantes, accediendo al campanario y, por supuesto, a uno de los mayores símbolos de la Catedral: su rosetón mayor, uno de los más grandes del mundo, conocido como “El ojo del Gótico”, con un diámetro de 11,30 metros y una espectacular policromía gracias a los 1.115 cristales que lo integran.
Otro de los puntos más especiales de este paseo por la cumbre de la Catedral es el campanario, compuesto por nueve campanas, todas con su nombre. Entre ellas destaca la famosa Eloi, que data del año 1592. Las medidas de esta campana parecen increíbles: dos metros de altura, dos metros de diámetro y 4.500 kilos de peso.
Antiguamente Eloi sonaba cuando había una tempestad, alertando a la población, o cuando moría un Papa. Para moverla se necesitaban doce hombres, cuyo trabajo gozaba de un gran prestigio social.
Es común que las impresionantes gárgolas, los ocho inmensos ventanales de colores que miran al mar y a la ciudad, y la imagen de la Virgen María en lo más alto de la construcción, hagan suspirar a aquellos visitantes que tienen la fortuna de contemplar estas vistas, con Palma a sus pies.
Y al finalizar este paseo por el cielo de la ciudad, nada más reconfortante que tomar un café bien calentito en nuestro acogedor Café Rialto, a solo 5 minutos andando desde la Catedral, donde servimos deliciosa comida casera todo el día.